EL ALIMENTO DE LOS DIOSES Es una mera cuestión de honradez, señor presidente, el advertirle que gran parte de mi testimonio va a ser sumamente desagradable; implica aspectos de la naturaleza humana que muy rara vez han sido discutidos en público, y menos ante una comisión del Congreso.
Pero me temo que no tienen más remedio que afrontarlo; hay momentos en que debemos rasgar el velo de la hipocresía, y éste es uno de ellos. Ustedes y yo, señores, descendemos de una larga estirpe de carnívoros.
Veo por sus expresiones que muchos de ustedes desconocen el término. Bueno, no es de extrañar; pertenece a una lengua que cayó en desuso hace uno dos mil años. Tal vez sea mejor que nos dejemos de eufemismos y seamos brutalmente sinceros, aun cuando tenga que emplear expresiones que no se han oído jamás entre gente educada. Pido perdón de antemano a todo aquel a quien pueda ofender…